La tumba de las luciérnagas

Título original: Hotaru no haka

Duración: 1 hr 33 mins
País: Japón
Año: 1988
Director: Isao Takahata
Guión: Isao Takahata
Género: Animación. Drama.
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Mi puntuación:  8’5 / 10

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Antes de ver esta aclamada película temía llevarme una gran decepción, ya que no soy precisamente un fan de la animación japonesa. Bueno, de algunas series que marcaron mi infancia, como Oliver y Benji o Dragon Ball, sí, claro (aunque si las volviera a ver hoy sería otro cantar). Pero los largometrajes que he visto no me atraen demasiado, por ejemplo los del famoso Hayao Miyazaki (La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro, etc.) me gustan y entretienen pero no llego a apreciar la genialidad que muchos ven en ellos, por lo que no los pondría entre mis cintas de animación favoritas. Y otro largo que tuvo gran éxito de crítica y público como Akira, de Katsuhiro Ôtomo, no es que no me guste, es que directamente lo detesto.

Por suerte, esta vez sí se han cumplido las expectativas. Quizás porque es un relato mucho más real y menos fantasioso de lo que es habitual en las películas que he citado antes, en las que los espíritus, la magia o los seres mitológicos siempre estaban más o menos presentes, la cosa es que La tumba de las luciérnagas me ha gustado y mucho. Eso sí, es una historia durísima y muy triste, no destinada a un público infantil. Con decir que la primera frase que escuchamos en ella es «El día 21 de septiembre de 1945 yo morí», nos podemos hacer una idea.

La acción se sitúa en Japón, durante la II Guerra Mundial, en la que vemos como dos jovencísimos hermanos se pierden durante un bombardeo al no llegar a tiempo de refugiarse en un búnker. Cuando por fin dejan de caer bombas van en busca de su madre, pero cuando la encuentran está gravemente herida y poco después fallece. Así que sin madre, con su padre luchando en la guerra y con unos familiares que, aunque en principio les ayudan pero realmente les ven como una molestia, han de salir adelante por su cuenta y sin apenas recursos.

El hecho de que sea una película de dibujos animados no resta ni un ápice de dureza a lo que nos están contando, y el ver los paisajes arrasados por los bombardeos, o los heridos y muertos que estas dejan a su paso, duele tanto como si fueran de «carne y hueso». Pero sobre todo se pasa mal viendo la desgracia de estos dos niños, que no tienen ninguna culpa de su situación pero, como en todas las guerras, son los que salen peor parados y los que más sufren. Es de admirar la entereza del hermano mayor, Seita, que con apenas 14 años (o ni eso) se ve obligado a enfrentarse a la peor de las batallas imaginables, la de sobrevivir y lograr que también lo haga su pequeña hermana Setsuko. Aún así, y a pesar de todo el horror que han de afrontar, también hay sitio para momentos amables, sobre todo a cargo de la inocente Setsuko, y alguna escena realmente bonita, como la del descubrimiento de las luciérnagas o la de la playa. De esta forma se consigue un gran contraste entre la inconsciencia y alegría de los niños, con sus fantasías y sus juegos, y el tremendo drama que se desarrolla a su alrededor por culpa de la contienda bélica.

Una gran y cruda muestra del sinsentido de las guerras, pero también una de las más tiernas historias de amor entre hermanos que jamás he visto en una película. Excelente. Y desde ya, en mi podio de películas asiáticas favoritas.

¿Por qué se mueren tan rápido las luciérnagas?

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