Shoah

ShoahPost
Duración:
 9 hrs 26 mins

País: Francia
Año: 1985
Director: Claude Lanzmann
Género: Documental.

Mi puntuación:  8 / 10
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Documental en VOSE:
(no sé si está completo porque dura 9 horas cuando oficialmente son casi 9 y media,
igual que en el doble DVD que tengo yo, así que puede que falte alguna parte)

Creo que a nadie en su sano juicio se le ocurriría recomendar a otra persona el visionado de un documental de casi 9 horas y media de duración sobre el Holocausto, narrado además en un sinfín de idiomas distintos (polaco, alemán, francés, inglés, italiano, etc.). Yo tampoco lo haré, pero sí diré que me parece un documento imprescindible y de incalculable valor histórico, de esos que deberían poner los profesores de instituto en las clases de Historia casi por obligación (seguro que algunos ya lo han hecho, bravo por ellos).

El documentalista francés Claude Lanzmann (cuyo último filme, El último de los injustos, se estrenó hace unas pocas semanas en nuestro país) invirtió más de una decena de años en reunir, editar y ensamblar todo el material que necesitó para presentarnos Shoah (palabra hebrea que significa ‘catástrofe’, y aplicada también al Holocausto). Lo primero que llama la atención es que en este trabajo no hay ni una sola foto de archivo, tan solo entrevistas y tomas de los restos de los campos de concentración o de los lugares en que se encontraban. Aunque parezca increíble tratando el tema que trata, realmente no veremos ninguna imagen cruda en el sentido literal de la expresión. Y es que Lanzmann no necesita valerse de ello para horrorizarnos y revolvernos el estómago, ya que las conversaciones que sirven de hilo conductor del filme y mediante las cuales nos va exponiendo los hechos son tan descriptivas y dolorosas que, a poca imaginación que tengamos, podremos «ver» perfectamente cómo fue todo aquel horror.

A través de esos testimonios de supervivientes judíos, familiares, oficiales alemanes (militares o burócratas), campesinos y ciudadanos que veían la situación sin involucrarse, historiadores, psicólogos, etc., escuchamos diversos puntos de vista de uno de los momentos más lamentables y vergonzosos de la historia de la Humanidad y comprendemos cómo funcionó todo ese «proceso de aniquilación» de los judíos, por así decirlo. Algunos de los entrevistados nos cuentan cómo llegaban los judíos de toda Europa a los campos de concentración y/o exterminio (hacinados en vagones de mercancías de trenes durante días, un buen porcentaje de ellos moría en el propio vagón antes de llegar siquiera a los campos), otros nos relatan la vida que se llevaba en dichos campos (principalmente se hace referencia a los de Treblinka y Auschwitz-Birkenau, pero seguro que todos operaban de forma similar), otros nos describen cómo funcionaban las cámaras de gas (espeluznante cuando escuchamos que, al haber tal cantidad de prisioneros que «liquidar», tenían que ir entrando por tandas cada 5 minutos aproximadamente y el relato de cómo era la agónica espera de la gente en los pasillos sabiendo que en breve iban a «gasearles», algo demencial), también entenderemos cómo se recogían tan rápidamente los cuerpos, se limpiaban las «duchas» y se quemaban los cadáveres para que «pasasen» las siguientes víctimas (como si de una «fábrica de la muerte» se tratase, tal como dice uno de los oficiales alemanes entrevistados), etc. En el tramo final también se pone énfasis a las paupérrimas condiciones de vida que había en los ghettos de las ciudades, no solo en los propios campos, y asimismo hay hueco para escuchar las valerosas acciones de los pequeños grupos de resistencia que se fueron formando en los campos (aun en el horror más absoluto, hay hueco para la dignidad, el coraje y un mínimo de esperanza). Estas y muchas otras cosas se nos narran con total precisión y minuciosidad, siendo pocos los aspectos que se quedan sin tocar de todos lo que rodearon a esta barbarie.

Todo ello, no por ser a día de hoy ampliamente conocido por casi todo el mundo deja de emocionar, asquear, cabrear y sobrecoger profundamente. Yo mismo he estado en dos de los campos de los que se habla en el documental (Auschwitz-Birkenau y Terezín, en las cercanías de Praga) así que ya había podido escuchar algunas de esas historias o ver in situ algunas de las cosas que nos muestran (la imagen de los diversos montones con miles de zapatos, gafas, ropas, cazos, etc. que puede ver cualquiera que visite Auschwitz es de esas que se te graban a fuego), pero aun así me ha «tocado» sobremanera en muchos momentos y me ha puesto los pelos como escarpias en otros. Relatos como  el del peluquero que presenció la impotencia de su mejor amigo al ver cómo se llevaban hacia las duchas a su hija y a su mujer, el del maquinista que dirigía uno de los trenes llenos de prisioneros judíos borracho para poder soportar su trabajo, los de los campesinos ajenos a la situación que hacían gestos con la mano en el cuello a los prisioneros para advertirles de su destino… y tantos otros que no voy a enumerar por no eternizarme, llegan a impresionar. Muchas veces no necesitamos escuchar palabra alguna: los conmovedores ojos de los entrevistados mientras intentan recordar lo que pasaron lo dicen todo.

Solo he visto un par de defectos al documental, y ambos referidos a su aspecto puramente «cinematográfico», no a su valor histórico. El primero sería una evidente irregularidad en su interés: hablamos de un filme de casi 9 horas y media de duración, así que es imposible que no se haga pesada en algunos tramos o incluso repetitiva en ciertos aspectos. Esto es así por el afán del director en incidir y preguntar hasta por los detalles más insignificantes (como de qué color eran los camiones de los nazis), algo quizás innecesario aunque sirva para que nos imaginemos la realidad casi a la perfección. El segundo y más importante, sobre todo al tratarse de un documental, es la visible imparcialidad que muestra Lanzmann en función de a qué bando pertenecía el entrevistado, la forma en la que «acosa» a unos y otros no es en absoluto ecuánime. Un posicionamiento lógico tratándose del tema que aborda, pero que no era necesario. Simplemente con haber expuesto las conversaciones, sin opinar (ni forzar las opiniones de nadie), todos hubiéramos sacado las mismas conclusiones.

Por los citados defectos le doy el 8 a Shoah, pero la marco como ‘imprescindible’ porque así me lo parece. De hecho, diría que calificarla o intentar describirla como si fuera un largometraje más es un ejercicio un tanto absurdo, su valor va más allá de eso. Así que si estáis interesados en verla ya sabéis que vais a pasar un mal rato, en absoluto agradable (aunque hay algún mínimo atisbo de resignado humor en algunos diálogos), que en ciertos momentos os aburriréis y en otros os dolerá lo que escuchéis… pero si queréis conocer mejor el momento más bochornoso y deleznable de la historia moderna, no dudéis, porque os aseguro que no la olvidaréis.

Claude, esta canción es genuina: no queda ni un judío que la conozca.

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